Subiendo por la calle José Joaquín Pérez, por detrás del liceo Pedro Montt, uno se encuentra con un lugar de ensueño, un pequeño paraíso que se encuentra separado fisicamente de la calle por una reja amarilla de mediana altura. 3,9 metros de separación entre las casas, que cortan el continuo de fachadas, es el espacio que contiene un jardín de ensueño, un espacio acogedor, un lugar de reposo, el retiro logrado dentro de la ciudad.
Una banca de plaza, en la que normalmente se sientan dos personas cómodamente, es aquí el asiento de Verónica, que por la justeza del lugar, por la precisión, casual quizás, solo acoge a una persona. Este lugar, entendiendo lugar como banca (lugar de estancia) y plantas (aromas y colores, sonido), objetos personales (que hacen a la vez de maceteros), colgantes (sonido), hacen de este una experiencia en emociones y sentimientos, que nos llevan a la reflexión más profunda del retiro, de la distracción en su patio.
-paloma de madera-cenicero al alcance de la mano
-colgante de cristal
-macetero de taza reciclada
-lavanda
-planta "Verónica"
-árbol "flor del inca"
-adorno de acero
LA VIDA NO ES SOBREVIVIR, y esta se construye con pequeños elementos, con sutileza, con cariño, con amor, en donde los lugares que están dentro del espacio y tiempo, son momentos donde uno se piensa, se cuestiona, si replantea.
